LA RED DIGITAL

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Queridísima Mara: Antiguamente se decía: “los hijos vienen al mundo con un pan bajo el brazo”. Es evidente que hoy podemos decir: “los hijos vienen al mundo con un móvil en la mano”. Estamos asistiendo a una nueva realidad humana que irrumpe de la era digital y que nos es totalmente novedosa. lo ha cambiado todo por completo y sigue generando cambios imparables. 

Los nuevos sistemas de la informática han pasado a formar parte de nuestra vida, se nos han metido dentro de manera natural y placentera, y nos están imponiendo una nueva forma de vivir, de ser y hacer, es decir, han transformado la realidad de un modo antes jamás conocido, ni mejor ni peor, pero sí totalmente diferente. Y esto no tiene vuelta atrás, el ser humano actual y del futuro está imbuido de esa realidad y así hay que asumirlo si queremos ser ciudadanos de nuestro tiempo.

La red digital ofrece infinitas posibilidades atrayentes y novedosas. Todo se hace inmediato y cercano. Constato que, desde mi habitación, puedo relacionarme con el mundo entero. En el ordenador hallamos todo sin necesidad de salir de casa, desde las relaciones hasta las actividades, la cultura, biblioteca, noticias, compras, el ocio, cine, teatro, música, deporte, comunicación, formación e información. Todo está al alcance de nuestra mano ofreciéndonos un amplio medio de gran riqueza.

Puedo relacionarme con personas del otro extremo del mundo, este medio me las hace cercanas y me posibilita crear lazos de amistad con gentes de culturas totalmente diferentes a la mía, compartiendo sus experiencias, sus vivencias humanas y espirituales. Puedo dejar de estar sola con solo pulsar una tecla, con el peligro de olvidar al que tengo a mi lado también, para relacionarme con el alejado que está a kilómetros de mi presencia. El sentido de soledad y silencio se ha convertido en una responsabilidad a cuidar.

La tecnología no nos tiene que hacer olvidar el sentido profundo y esencial de nuestro ser interior, no puedo permanecer conectada en la red y desconectada de mi propio centro. Ahora como nunca hay que seguir potenciando la vida espiritual, los valores del Evangelio, la necesidad de crear relaciones con mi prójimo, practicar la benevolencia con los que tengo a mi lado, gozar de la naturaleza de mi entorno y no solo la que contemplo en la pantalla, que me ofrece bellezas desconocidas de manera eficaz e inmediata. Lo humano reclama atención y cuidado.

Ser orante implica la guarda del corazón, la meditación, la soledad, el silencio, la paz interior. Es del todo evidente que lo tecnológico absorbe, poniendo en peligro la vida espiritual. La red digital nos ha trastocado las costumbres, pero las personas seguimos siendo seres necesitados de una vida con sentido, humana y espiritualmente realizadas. No podemos eludir nuestro proceso de humanidad y humanización por medio de las relaciones fraternas y de amistad en el tú a tú de la convivencia. Hay que vivir la atención al otro, al que tengo a mi lado y me necesita, caer en la cuenta de que yo también soy una necesitada de la convivencia real personalizada, el cara a cara y el tú a tú, el roce carnal o sensible, no solo virtual, con las personas.

La vocación humana aspira a la felicidad, a la realización plena. No podemos renunciar a los valores esenciales: el amor, la amistad, el servicio mutuo, el conocimiento propio, la entrega generosa, la paz, el respeto por todas las culturas, razas y pueblos, la libertad, la justicia social, la alegría de la fiesta. Vivir satisfechos y felices con nosotros mismos, no por lo que tenemos, sino por lo que somos, seres en comunión y comunicación. Asumir lo penoso y recóndito que hay en nosotros, luchar con nuestras oscuridades para liberar la existencia hasta la reconciliación plena en la libertad de hijos de Dios. Amor y perdón hechos realidad. Trabajar sí, nuestra humanidad.

Me alegra saber, querida Mara, que en tu monasterio estáis haciendo uso normalizado de los nuevos sistemas de digitalización, y que cada una dispone de su propio ordenador. De igual modo, nosotras también hemos integrado esa realidad dándole una alegre y amplia acogida. Estamos encantadas con esta novedad que ya se nos ha hecho herramienta de trabajo imprescindible, valorando todo el aporte facilitador que supone. La verdad, un placer disponer con amplia libertad del medio, con responsabilidad a la vez.

Es también tiempo de poner de manifiesto la madurez humana, situándonos equilibradamente ante esa novedad. La red puede ser un peligro, pero el peligro está más en mí y en el uso que yo haga del medio, que en la propia red. Soy yo que, desde mi libertad, debo poner equilibrio y mesura a su uso. Con frecuencia, movidas por el miedo, establecemos normas y medidas que resultan coercitivas y llevan a cierto malestar. Debemos manifestar confianza y libertad como fruto de la madurez personal, dejar que cada una actúe según sus propias convicciones, siendo coherentes con los valores que deben primar, y dejar andar libres a los demás, fiados de ellos y no al acecho de la sospecha. Hay que romper límites y andar anchurosos, sean mínimas las normas y máximas las libertades.

Muchas veces me pregunto ¿qué haría Santa Teresa si viviera este momento y con estos medios a su alcance? Ella que redactó tantas páginas de textos de espiritualidad, que escribió cartas que se cuentan por millares. Con un ordenador ante sí habría “flipado”, tengo por seguro que habría sido una entusiasta usuaria del medio, y que, bien dotada de conocimiento propio, realista consigo misma, buscadora de la verdad, habría vivido siempre en coherencia con los valores evangélicos, y jamás habría puesto en peligro su propia vocación dejándose polarizar por lo incompatible de la misma.

Asistimos sí, a una realidad nueva, no podemos eludirla ni cerrarnos a ella, los medios tecnológicos son la herramienta del presente y para el futuro, darles uso es ya lo normal, cada uno va entrando en ellos a ritmos diferentes, pero hay que entrar y sacarle todo el provecho que ofrecen, con agradecimiento por este genial sistema que el ser humano ha inventado para provecho de todos. Libres nos quiere Dios, y hemos de dar testimonio de una madurez estable y bien asentada, sin que el uso de la red produzca desajustes internos, ni tensiones comunitarias, sino beneficio y disfrute de lo que es un bien para la humanidad.

Y nada más, Mara, este es mi pensar sobre estos medios tan valiosos y eficaces que tenemos a nuestra disposición, un lujo para el trabajo y el ocio, para la relación e información. Y es gracias a este medio que llego a ti con increíble inmediatez. Siempre fraternalmente unidas, alegres en el mutuo cariño.  Nura

4 respuestas a “LA RED DIGITAL

  1. marivjo 15 abril, 2016 / 10:48 am

    Pues es verdad, Anna. El Señor me inspiró hace años que podía ser un medio de apostolado a mi alcance: y semanalmente comparto comentarios exegético-homiléticos para el domingo siguiente. Testigo de ello es tu hermana Gema Juan con la que también yo compartí semanalmente su estupendo blog en RD y me servía sobre todo de oración. Un saludo para ella. Ya tengo una tribu numerosa: para preparar homilías los que deben hacerlo, para completar las mismas o formación personal en otros casos o como lectura meditativa…Es realmente un don del Señor.
    Y diariamente procuro subir a un par de redes sociales la liturgia de las horas…¡a disposición de quien quiera! y sí que hay gente que me da las gracias.
    Un saludo

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    • Anna Seguí ocd 15 abril, 2016 / 11:39 am

      Pues ánimo y adelante. El Espíritu Santo nos va inspirando lo que es menester en cada momento. Para comentario del Evangelio, te aconsejo los libros de José Antonio Pagola.

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  2. Joana Isabel 2 May, 2016 / 9:35 pm

    Si…..Esto de los avances tecnológicos está muy bien. Se pueden aprender muchas cosas y es una buena herramienta de comunicación….Pero hay que estar atentos a los peligros y se pueden cometer abusos…..Nuestros «niños» muchas veces utilizan mal todo esto

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    • Anna Seguí ocd 3 May, 2016 / 7:53 am

      Educar y crecer en responsabilidad personal, es reto y tarea para ser mejores personas, engrandecedores de esperanza para una nueva humanidad.

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