En nosotros, pobres seres humanos, todo puede suceder, todo. Pululan en nuestro ser anhelos y esperanzas, deseos, deleites sensibles, miedos y confianzas. Y con todo, en nada quiero entretenerme. Pongo toda la fuerza en proyectarme hacia la realización plena en Jesús, el Cristo vivo y encarnado dentro de mí. Él, fuente y fuerza de nuestra existencia, vivifica nuestra vida.
Su presencia en nosotros nos hace sacramento de comunión plena con Él y con toda la creación. Todo es una irradiación del acto primero, creador, y último, resucitador. Si tenemos fe y ojos interiores para saberlo ver y disfrutar así.
Nada me arranque de este cimiento bien puesto. Jesús encarnado, sigue realizando historia salvadora en mí, en cada ser humano y en medio de la humanidad. Su resurrección es expansión que alcanza toda la realidad existente. La creación entera es alegrada por el toque sanador, salvador y libertador del Resucitado. El ser humano, cada criatura, es un destello de la belleza del misterio que nos envuelve. Nuestro trabajo es uno: recrear el jardín del amor. En él, se deleitan los amantes. “Y pacerá el Amado entre las flores”. (22 – mayo – 2016)
Aventurar la vida 
Hola, todos tenemos a Dios en nuestro interior pues sin El nada existiría. Pienso que el amor humano es un sentimiento, pero amar a los demás es una decisión, me parece que no es un imposible,aunque sea difícil, pero es el mensaje que Jesús nos dijo: amaos unos a otros. Y añadió, como Yo os he amado. El mundo sería mejor. Os quiero, un abrazo.
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Muchas gracias por tu comentario. Dios mismo alienta en nosotros el amor a los hermanos. Sin Él, nada podríamos.
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