“Bendice, alma mía al Señor; y todo mi ser a su santo nombre. Bendice, alma mía al Señor, y no olvides sus beneficios” (Sal 103). Orar es disponer el corazón ante Dios, para que la siembra de su Palabra pueda germinar en obras de misericordia. Todo depende de la misericordia, “Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti” (Sal 32).
Orar es salud, alimento y medicina. Robustecer la personalidad a fuerza de escucha y atención amorosa “al Dios que hace tanto por mí” (Sal 56). Su Palabra y su presencia fortalece mi debilidad, sanea mi pensar, me abre a la novedad, flexibiliza mi actitud, amabiliza lo relacional, “Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza” (Sal 17).
Orar es mantener encendida la lámpara que alumbra nuestra noche, saber esperar sin perdernos del todo. “Lámpara es tu palabra para mis pasos, luz en mi sendero” (Sal 118). La fe es oscura, basta una tenue lucecita en la noche, anunciadora del gran día. “Oh Señor; mi Dios, que alumbras mis tinieblas”.
Cuando oro, percibo en mí esa luz, que me permite vislumbrar la belleza de una presencia: Jesús. La alegría de un amor, la seguridad de una identidad: Él me hace hija, me da libertad y señorío. Una autonomía personal y un sello que me identifica: soy hija de Dios. Y en Dios, asumo toda la humanidad y la creación entera. Todo y todos en mí, como están en Ti.
Les estones de pregària són repòs físic mental i psíquic, són la teràpia més valuosa de totes. Són pau i benedicció. ens dónen consol i capacitat de discerniment.
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gràcies pel teu comentari . Així és, la pregària és font de salut.
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