- En un futuro próximo la Iglesia será de otra manera. Cuando el laicado despierte y descubra su auténtica identidad: SER EUCARISTÍA, y nos sepamos pan de vida, todo cambiará. Un fuego se encenderá sobre la tierra gracias a la conciencia consciente de identidad eucarística. Todo depende de esta identidad: SER EUCARISTÍA y crear la comunión por el amor. Jesús nos significa en Él: ser pan y darnos a comer unos a otros. Lo que somos y tenemos, lo partimos y repartimos. Ser Eucaristía saciará las hambres de la humanidad. Habrá vida en abundancia. Somos eucaristía y sacerdocio de Cristo Jesús. Y pasar de ser a celebrar.
- Tener fe es creer en Jesús y seguirle. Pero lo decisivo, lo que va más allá del seguimiento, es el encuentro relacional del Tú a tú amante. El encuentro es lo determinante para sobrepasar lo oficialmente establecido. El encuentro amante rompe lo límites que nos imponen los sistemas de poder para someternos, dominarnos, controlarnos y estrecharnos. El encuentro amante nos hace libres y nos lanza a vuelos de libertad. La identidad con Cristo nos da autonomía propia, nos inspira los caminos a recorrer y la vida a construir. La libertad de hijos e hijas de Dios nadie la puede controlar.
- Si vivimos sometidos a las leyes, normas y preceptos, quedaremos encogidos sin desplegar las alas al viento, sin aspirar los hálitos del Espíritu y sin gustar la libertad. La creatividad nace dentro, de la contemplación de lo que Dios realiza en lo escondido. Estamos hechos no menos que para Dios. Y Dios nos abre al infinito. El Espíritu inspira a todos.
- Tan importante como la misa es ser Eucaristía, la identidad nos hace celebradores de lo que somos: pan de Dios. Mujeres, celebremos lo que somos: ¡Eucaristía!
- En una ocasión, hace ya bastantes años, un sacerdote me negó la comunión en la mano. Entendí que algunos curas reparten muchas hostias y pocas comuniones. (29 – marzo – 2021)
Moltes gràcies
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En aquesta comunió ens troben i unim
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