DE LA SOLEDAD Y EL SILENCIO

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La soledad sin la Presencia
es un manto gris y frío,
cuando me abriga tiemblo.
La soledad es más real cuando sin yo buscarla,
me viene impuesta,
cuando sin yo quererlo,
me voy quedando sola.

En otro tiempo anduve buscando soledad y silencio,
búsqueda afanosa, que no sé si entré en ella
o me creí haber entrado.
Quizás huía del ruido y la palabrería de la gente,
de la mía propia, de mis alborotos y quejas.

Al fin, todo fue soledad buscada
que me llevó a sufrir y soportar mis propios ruidos,
ver mi mundo repleto de imágenes,
discursos, dispersiones y distracciones,
invadiendo e impidiendo el silencio.

Hoy sé estar más sola,
pero más fraternizada,
en el corazón están los sufrientes de la tierra.
También más poblada de silencio
y más capaz de soledad.
Posiblemente más atenta.

Los ojos ven las imágenes con más nitidez,
quizá con más limpieza de corazón.
Seguramente Dios ha ido haciendo su obra
sanadora desde lo interior.
Se llama transfiguración.

Los tentáculos de la sombra gris y fría
de la soledad afectiva llega lenta,
silenciosa e inesperadamente,
la calidez se vuelve hielo.
La soledad imprevista de los que amas.
El silencio de la huida,
no sé si cobarde o desencarnada,
cuando necesitaba una acogida y mirada.
El que no se compromete se esconde.
Y sufres el helor del que no dice nada.

Y aún no ha llegado el pavor de la muerte en cruz.
La soledad más cruel,
el silencio más hiriente,
la herida mordiente del escorpión
que hinca el aguijón
envenenando la carne y la sangre.
La soledad, el silencio y el abandono que mata.

El silencio orante
me ha llevado a refugiarme
en quien sé que me ama.
Soledad habitada por la Presencia.
También Dios está silenciado,
Dios escondido y desconcertante.

Jesús siempre es el agarradero en la noche.
Nos envuelve el misterio,
lo sano y santo es acogerlo.
El cáliz de la soledad y abandono,
el silencio y sufrimiento,
ha de ser apurado hasta el fin.

La soledad en la noche
y el silencio de Dios
es todo lo que nos queda,
y puede parecernos definitivo.
No renuncio a la espera de la luz.
Somos sufrientes de la noche, sí,
pero también capaces de la iluminación,
Dios es el gran regalador.
Y la luz llega.
Confiar y no desesperar.

Hoy nada me inquieta demasiado,
tal vez por estar más cerca de lo esencial,
o porque intuyo la Presencia del que nunca nos deja.
La Presencia en fe creída,
en soledad y silencio acogida.
La Presencia siempre es misterio.
La soledad solo es buena si hay Presencia.

Camino junto a los peregrinos de la historia
con alma alegre y ánimo decidido,
a pesar y más allá de las noches y desalientos.
En mi vida orante acojo todas las soledades,
las buscadas y las impuestas.
Soledad, silencio y presencia,
ya todo me es de un mismo amor y sabor.
La comunidad siempre es compañía,
pedagogía que nos equilibra,
amor que nos envuelve al fin.    (2 – julio – 2022) Anna Seguí ocd

                                           &

“Venid, vosotros solos, a descansar a un lugar tranquilo”. “Desde entonces dejaron a Jesús muchos de los que le habían seguido”. “Jesús se retiraba a orar en lugares solitarios”. “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?” (Jesús de Nazaret)

“En soledad vivía,
Y en soledad ha puesto ya su nido,
Y en soledad la guía
a solas su querido
también en soledad de amor herido” (Juan de la Cruz) 

“queda el alma como sin arrimo ni ejercicio, y da gran pena la soledad y sequedad, y grandísimo combate los pensamientos”.
“Quedóme deseo de soledad; amiga de tratar y hablar en Dios”.
“apartarme muchas veces a soledad a rezar y leer, mucho hablar de Dios”.
“Ponerse en soledad y mirarle dentro de sí”.
“Bien es procurar más soledad para dar lugar al Señor y dejar a su Majestad que obre como en cosa suya”. (Teresa De Jesús)

«Muchas veces, sólo el silencio es capaz de expresar mi oración, pero el huésped divino del sagrario lo comprende todo, aun el silencio del alma de una hija que está llena de gratitud…» (Cta 138; 17 noviembre 1892). “Cuando no se nos comprende o se nos juzga desfavorablemente, ¿a qué defendernos o dar explicaciones? Dejémoslo pasar, no digamos nada, ¡es tan bueno no decir nada, dejarse juzgar, digan lo que digan…! En el Evangelio no vemos que santa María Magdalena haya dado explicaciones cuando su hermana la acusaba de estarse a los pies de Jesús sin hacer nada. No dijo: «¡Si supieras, Marta, lo feliz que soy, si escucharas las palabras que yo escucho! Además, es Jesús quien me ha dicho que me esté aquí». No, prefirió callarse. ¡Venturoso silencio, que da al alma tanta paz!”. (Teresa de Lisieux).

“Crecemos en él, unidos indisolublemente a él y en él con todos los suyos. Desaparece toda soledad, estamos incontestablemente acogidos en la tienda del Rey, caminamos en su luz”. “Es sumamente asombroso cómo ese yo, a pesar de su condición de único y de su insuprimible soledad, puede entrar en una comunión de vida con otros sujetos”. “El largo período de la vida escondida (de Jesús) nos anuncia el valor de la soledad, el valor de las actividades modestas”. (Edith Stein)

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