- Señor, Jesús, “crea en mí un corazón puro”, para que brote un caudal de misericordia hacia los hermanos. Que nuestra mirada refleje la bondad de tu amor que llevamos dentro, que a nuestro lado todos se sientan amados y arropados con entrañas de misericordia.
- Señor, Jesús, haznos sencillos y humildes de corazón como Tú. Que aprendamos de Ti a ser hermanos-as, danos gracia para hallar nuestro gozo en el amor y servicio mutuo. Que amar y servir sea nuestra alegría y fiesta del corazón, nuestra libertad.
- Señor Jesús, que la gracia de tu Espíritu Santo nos haga sencillos y humildes de corazón. Que sepamos fundamentar nuestro gozo y alegría en amar y servir a los hermanos. Aparta de nosotros la tentación de sucumbir al poder y los honores. Danos un corazón sencillo y humilde, libre.
- Señor Jesús, por tu gracia nosotros somos Eucaristía. Nuestra abundancia saludable debe ser repartida, para que todos vivan la dignidad de hijos de Dios. Que la indignidad humana sea desterrada de nuestro mundo y no permitamos que nadie coma y viva de las simples migajas de nuestros egoísmos. Ser Eucaristía nos hace ricos para dar.
- Gracias, Señor, porque nos has dado la responsabilidad de trabajar en tu viña. Todo lo pones en nuestras manos para que produzcamos frutos de santidad. Tú te fías de nosotros, cuidas nuestro corazón, lo limpias y lo llenas de bondad. Nuestro corazón es la viña que labramos cada día, danos gracia para que los frutos sean de tu agrado en beneficio de todos, y bendícenos con tu amor.
- Gracias, Señor, porque Tu gracia nos guarda, Tu gracia nos salva. Guardados estamos en Ti, Tú siempre nos acoges y amparas. Que tu luz guie nuestro camino, lleva Tú el timón de nuestra barca, que nunca nos alejemos de Ti, Tú nuestro único bien. Fuera de Ti nos extraviamos, sin Ti, nuestro terreno se seca, alejándonos de ti nos deshumanizamos. Volver a Ti, en Tu casa, hogar de amor. Revístenos de Ti.
- Padre, en tus manos ponemos nuestro ser, trabaja nuestro terreno con tu amor, para que produzcamos los frutos que la humanidad necesita comer. Alumbrar una vida para el Evangelio es la exigida tarea que encenderá un fuego de amor en la tierra. Que nuestro corazón sea el terreno de la posibilidad y sea su fruto el amor.
- Señor Jesús, nos acogemos a Ti, y en Ti descansamos nuestro ser. Nada nuestro, por oscuro que sea, te es extraño. Tú has crucificado nuestro mal, has bajado a nuestros infiernos y nos has rescatado. En tu Resurrección has lavado y curado nuestras heridas. Por Ti se alegra nuestro corazón, porque Tú nos miras y nos amas.
- Te damos gracias, Señor, porque nos enseñas a mar cómo Tú nos amas. Que nuestro seguimiento de Ti quede determinado por el amor, el perdón y el servicio a los hermanos. Empezar con gestos muy pequeños, hasta dar la vida por todos. Que seamos fieles al amor será gracia de Tu presencia en medio de nosotros.