MISCELÁNEA

 

 

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Queridísima Mara: Asomarme a ti, ni que sea por medio de unas breves letras, me produce descanso y contento. Siempre me sé acogida y comprendida por ti, gracias por estar ahí. Acabo de regresar de un saludable paseo por el campo. Me ha reconfortado sentir el frescor y la caricia del aire matinal, envuelta por la placidez del cálido sol, que me ha hecho apreciar la proximidad de la primavera ante los almendros pletóricos de flor y la exuberante frondosidad de la mimosa. Respiré a fondo la suave benevolencia que nos regala la naturaleza.

Ahora me siento ante el ordenador para contarte la miscelánea de cosas que llevo dentro. Sí, necesito volcar en tu confianza mi revuelo interior. Siento que me hallo en un momento crucial y difícil de gestionar. Sin embargo, también lo vivo como una oportunidad para situarme ante Dios, queriendo que se manifieste su voluntad y dejarme conducir por Él. Toda mi fe está cuestionada y necesito ahondarla. Sé que toda adversidad es un trastorno que nos descoloca, pero todo descoloque es una realidad posibilitadora de bien, de recoloque para mayor profundidad, y en ello pongo mi esperanza.

Experimentar la sequedad, hallarme ante las arenas desérticas del corazón que lo hacen improductivo, es penoso y desalentador. La sensación de silencio y ausencia de Dios me hace advertir el abismo del sinsentido y muerte. Recurro a la oración, pero la aridez me hace masticar la sequedad y hasta la desolación. Tomo en mis manos este dolor y lo uno al sufrimiento de toda la humanidad, ante Dios lo elevo en mis manos como una ofrenda mecida y ofrecida. Acepto pasar por este momento de penar humano, personal, comunitario y la creación entera. Al fin, el valor de una vida se mide por el amor vivido y regalado, por la generosidad en el servicio, la liberación y sanación que nuestro proceder puede ser capaz de proporcionar.

En este momento me hallo esforzada y metida de lleno en el estudio del Nuevo Testamento, a veces con libros densos y confrontaciones de textos que me causan agotamiento, pero persisto, dejo que el estudio me sea lluvia que empapa mi ser entero, hasta familiarizarme con los textos, la historia, sus acontecimientos, lugares y gentes, cultura y religión e imperios. Todo lo que Jesús hizo, dijo, vivió, amó y sufrió, todo lo quiero conocer, saber y comprender. Todo va en función de hallarme con Él siempre y en todo. Su tiempo, es el nuestro, aquella historia, es la nuestra, las búsquedas, son también las nuestras. Encontrarme con Jesús, conocerle, seguirle, adquirir su mentalidad.

En fin, si llega el momento de escribir el nuevo libro que llevo en mente -continuidad del primero-, sé que no será por el estudio realizado ni por lo aprendido o conocimientos adquiridos, no; esto lo dejo para los investigadores. El nuevo libro que voy teniendo en mente, quiere ser y decir mi experiencia de amor relacional con Jesús. Se trata de explicar mi encuentro, enamoramiento y transformación personal. La radical conversión del corazón, que nos pone rostro y personalidad nueva, la de Jesús mismo, la vivencia y convivencia con Él y la integración de su Evangelio. Es decir, escribir lo vivencial y transformante, como resultado de una vida que se ha dejado hacer por Dios y deviene criatura nueva, como dice la Escritura: “El que es de Cristo, es una nueva creación”. Todo mi estudio de ahora, en parte, va en función de este proyecto, sé que necesito tiempo y hasta años, pero en ello estoy, he echado a andar esta aventura y creo que ya no tiene vuelta atrás. Que Dios me ayude.

Creo que es a causa de este proyecto y de una llamada fuerte a ir más adentro en el misterio de la fe y el seguimiento de Cristo que, todo junto, me lleva a un despojo doloroso, a veces inquietante, pero que lo siento como llamada a vivir exigida curando la dispersión de mis afectos, hasta hallarme polarizada y rendida ante Él.

Otra realidad que me quema e inquieta, es la exclusión de la mujer en la Iglesia, pienso ¿qué diría Jesús ante esa realidad? Él, que tanto nos amó y deseó estar con nosotras. Por parte de las autoridades eclesiales ¿por qué no es acogida la llamada que el Espíritu Santo suscita en tantas mujeres para el servicio del ministerio? La disponibilidad para el servicio es amplia y alegre en nosotras, pero no se nos acepta, se nos excluye. Y esto lo vivo como un error y un horror, porque la exclusión crea la injusticia, y ante ella no puedo permanecer callada ni sumisa. Me hace sufrir esta situación, porque delata lo mucho que hay por evangelizar en el interior del sistema eclesial. Más importante que la Tradición, es cubrir la necesidad. Pero sé también que las mujeres iremos abriendo caminos nuevos; las puertas que los varones eclesiásticos nos cierran, Dios nos abrirá otras. Intrépidas y libres, como María ante el sepulcro y el encuentro con el Amado, hallaremos coraje para sorprender con la novedad de lo inesperado.

Y por hoy lo dejo ahí, seguiremos dialogando fe y vida, amor y dolor, gozos y esperanzas. Todo lo llevo en mi vida orante, y en Dios descanso las inquietudes y ansiedades del corazón. Espero agradecida tu decir, cuéntame también de ti. Un abrazo y en comunión.                             Nura    (Anna Seguí ocd)

6 respuestas a “MISCELÁNEA

  1. María Noel 21 febrero, 2020 / 8:26 am

    Gracias. Un abrazo fraterno. Y a seguir profundizando esa relación con Él, ya leeremos esa historia de amistad. En comunión siempre.

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  2. marivjo 21 febrero, 2020 / 10:38 am

    Que llegue pronto ese libro prometido.

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    • Anna Seguí ocd 22 febrero, 2020 / 11:51 am

      En manos de Dios lo pongo. Ojalá hubiera logro y no fallida. Por el momento, estudio y oración es mi hacer y estar

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  3. Angelines 22 febrero, 2020 / 10:53 pm

    Gracias por volcar tus sentimientos, proyectos, anhelos, amores… Todo bulle en nuestro corazón. Como dices, es importante que cada paso que damos sea un ahondar en nuestra Fe, aunque no nos demos cuenta. Poner nuestra vida, nuestra historia, nuestros gozos y sombras… a los pies del Señor.También los gozos y sombras de esta humanidad herida y de nuestra madre tierra. ¡Todo cabe en el corazón De Dios!

    También a mí me entristece la marginación de la mujer en la Iglesia, y de los laicos…Ojalá el Espíritu abra nuevos cauces y caminos para vivir una Iglesia donde todos nos sintamos incluidos y representados. A mi también me encanta pensar cómo Jesús no hacía diferencias, todo lo incluye y todo lo ama. Dejémonos mirar y amar por El. Un abrazo

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